Mi lema:

"Sucede, que cada vez que pierdo un perro, se lleva un trozo de mi corazón con él. Y cada perro que entra en mi vida, me regala uno del suyo. Si logro vivir lo suficiente, todas las partes de mi corazón serán de perro y llegaré a ser tan buena y generosa como lo son ellos."

martes, 18 de junio de 2013

Cuando la pena se torna voluntad

Desde pequeña amo a los animales, así me criaron, en el respeto y amor hacia ellos. He nacido y crecido con perros, y hoy momento en mi vida en el que no haya compartido mi vida con alguno.

Siempre he querido colaborar con protectoras, pero siempre me daba pena de ellos, de verlos encerrados, de verlos delgados, de verlos enfermos, de verlos operados e incluso amputados...ahora a me pregunto..¿de qué sirve la pena? Por pena he dejado de ayudar a esos seres que adoro, con la pena no se va a ningún sitio.

Tras la muerte de Urka, rocé o toqué fondo anímicamente. Ella era mi yang, era mi alma gemela...y pasados unos meses contacté con Argos, quizás era el momento de adoptar un perro. No lo tenía claro, ¿traicionaba a Urka?, ¿traicionaba a Drago y Kira?, ¿me desentendería un poco de ellos?. Todo lo contrario! Adoptar un perro joven y vivaracho traería alegría al tramo lóbrego que atravesaba, que atravesábamos.
Hablaba mucho con Beatriz, la presidenta y le contaba mis inquietudes, mis problemas (apenas me conocía y yo contándole un rollo), quería llegar a ser voluntaria pero estaba hundida.

Adopté a Yoshi, me ofrecía poco a poco a llevar perros al veterinario, a visitarlos cuando pudiera (no quería comprometerme para no dejar en la estacada si la cosa no funcionaba). La pena ha ido desapareciendo, para dar lugar a la acción (y hago un 1% de lo que hacen otros). Ahora he visto cirugías increíbles, patas abiertas, descarnadas...y la pena no aparece, aparece la esperanza, la solidaridad, la constancia, la ayuda y el trabajo.

Espero que el porcentaje siga aumentando y confío en que lo hará, porque ha ido creciendo por sí solo, sin exigencias, sin compromisos, sin obligaciones.

Por todo ello, le doy las gracias a mis maestras, Beatriz y Carmen, por enseñarme a ver a los perros sin familia (hogar si tienen porque Argos es un hogar, no exclusivo para ninguno, pero un hogar al menos) como los veo hoy, y por eliminar mi pena y traerme la solidaridad.
Y gracias a Mónica, con quién estoy aprendiendo la mejor enfermería veterinaria que existe, la de la práctica.
Aún me queda un largo camino que recorrer para llegar a ser la mitad de generosa que sois vosotras, pero estoy convencida que sabréis pulirme para conseguirlo.

Una vez leí en un estado de Whatsapp esta frase, y no puede estar mas acertada:
"Si no aportas soluciones, eres parte del problema" Vladimir Lenin

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